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domingo, 8 de mayo de 2016

Maderistas y Porfiristas

Maderistas vs Porfiristas


Mientras en el centro del país se buscaba detener a los revolucionarios, los políticos maderistas y porfiristas de Oaxaca tomaban las medidas que consideraban necesarias  para conservar el poder.

El 21 de mayo de 1911, exactamente cuándo se firmaron los Tratados de Ciudad Juárez, el general Félix Díaz llego a Oaxaca, después de dar vueltas para entrar por la ciudad de Tuxtepec, para evitar cruzar el territorio Mixteco ocupado por las fuerzas Maderistas, que estaban en el Distrito de Noxchitlan, controlaban los movimientos del Ferrocarril Mexicano del sur. La Oligarquía lo recibió con júbilo mientras el pueblo le lanzó piedras y gritos de repudio.

El día 27 de Mayo  el dictador, que dos días antes había renunciado al puesto, mientras subía al barco Ipiranga para marcharse a su exilio, los miembros del Congreso del Estado le enviaron un telegrama para despedirlo.

El 2 de Junio, Emilio Pimentel, el gobernador porfirista, renuncio definitivamente  a la gubernatura de Oaxaca, y su lugar lo ocupó el General Félix Díaz. Un porfirista sustituía a otro porfirista, pero el sustituto no duro mucho tiempo en el puesto por el repudio popular y porque tenía otros planes.

El Congreso del estado nombro al licenciado Fidencio Hernández, un cacique porfirista de la región de la Sierra de Juárez, para que ocupara el puesto de vacante de gobernador, pero renuncio 4 días después por el repudio popular.

El 8 de Junio el Congreso del estado finalmente nombro como gobernador a un miembro de la causa maderista: Heliodoro Díaz Quintas, con estas medidas se calmaron los ánimos y los políticos maderistas del centro del estado aprovecharon para seguir afianzándose en el poder estatal.

La conducta de los maderistas en armas no era la misma de los políticos del mismo bando.
El 6 de Junio el comandante de la 8° zona militar, General Adolfo Iberri, comunicaba al secretario de guerra y marina que fuerzas maderistas avanzaban para la plaza donde se encontraba y no estaba notificado oficialmente.

Algo estaba marchando mal para que el gobernador interno del estado pidiera apoyo de los militares del régimen que supuestamente habían  derrocado, pero no era extraño si se toma en cuenta que las negociaciones para llegar a un arreglo no las hicieron los que participaron en la guerra , sino políticos que lo que buscaban era  arribar el poder.

La respuesta de la Secretaria de guerra dio a conocer mediante de sus fuerzas en Oaxaca apelo a esos acuerdos.

El general Adolfo Iberri envió a un militar a las Sedas, Nochixtlán, a conferenciar con las fuerzas maderistas comandadas por el general Gabriel Solís y hacerles saber  del acuerdo del Consejo de Ministros, para que no avanzaran más allá de las plazas que ocupaban al firmarse los acuerdos de paz.

El general y sus compañeros de armas lo recibieron y prestaron atención al mensaje pero no se comprometieron a nada, dijeron que se habían visto obligados a avanzar ya que en los pueblos que pasaron carecían de alimentos y así no podían tener seguridad, una razón absurda, tratándose de militares que habían tomado varias plazas.

Ellos dijeron que seguirán avanzando o se detendrán por órdenes de su jefe el General Ángel Barrios que era el comandante del Ejército Liberador.

Al estar la situación así, el secretario de guerra y marina se lo comunicó al gobernador interino de Oaxaca solicitándole que mediara con los maderistas el acuerdo del Consejo de Ministros, el gobernador intervino pero recibió la misma respuesta, entonces pidieron la intervención del presidente de la Republica, este intervino y los revolucionarios ya no se atrevieron a  desobedecer, porque sería tanto como declararse en franca rebeldía contra quien hasta ese momento era el “Jefe Máximo” de la revolución.

El 27 de Junio Heliodoro Díaz Quintas, gobernador interino, se comunicó con el general maderista Francisco J. Ruiz, informándole que: el 30 de junio sean licenciadas las fuerzas creadas con motivo de la revolución del año próximo pasado.

En la orden de disolución había una maniobra para dividir a la tropa, ya que se desconocía el verdadero jefe de los revolucionarios de esas tropas, no fue una orden de fácil ejecución.
El aparato estatal que buscaban destruir seguía intacto y solo se había realizado un cambio de funcionarios.

En lugar de acatar las órdenes el general Gabriel Solís comunicó al  general Ángel Barrios quien ordeno a su gente que siguieran armados hasta que vieran los cambios por lo que habían luchado.

Con el fin de convencerlos de obedecer la orden presidencial el 7 de julio se reunieron el Cuicatlan los integrantes del cuartel General  maderistas con miembros del gobierno federal y estatal. Por el lado de los revolucionarios oaxaqueños participaron el ingeniero Ángel Barrios, Faustino G. Olivera, Manuel Oseguera, Manuel Poncet y Baldomero L. de Guevara, mientras que por el gobierno lo hicieron Juan  B. García, José  Serrano y Mariano Urdanivia.

El ingeniero Ángel Barrios, en su calidad de comandante generan del Ejercito Liberador del Sur, se encargó de poner las cosas en claro ante los enviados de los gobiernos federal y estatal.

Faustino G. Olivera secundo al ingeniero Ángel Barrios, informando a los enviados gubernamentales que no licenciará ni un solo hombre por tenerlo así conviviendo y lo mismo manifestaron Manuel Oseguera, Baldomero y Manuel Poncet. Frente a estas posturas, a los enviados gubernamentales no les quedo  más camino que regresar a informar a sus jefes la determinación de los revolucionarios.



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