Maderistas vs Porfiristas
Mientras en el centro del
país se buscaba detener a los revolucionarios, los políticos maderistas y
porfiristas de Oaxaca tomaban las medidas que consideraban necesarias para conservar el poder.
El 21 de mayo de 1911, exactamente
cuándo se firmaron los Tratados de Ciudad Juárez, el general Félix Díaz llego a
Oaxaca, después de dar vueltas para entrar por la ciudad de Tuxtepec, para
evitar cruzar el territorio Mixteco ocupado por las fuerzas Maderistas, que
estaban en el Distrito de Noxchitlan, controlaban los movimientos del
Ferrocarril Mexicano del sur. La Oligarquía lo recibió con júbilo mientras el
pueblo le lanzó piedras y gritos de repudio.
El día 27 de Mayo el dictador, que dos días antes había renunciado
al puesto, mientras subía al barco Ipiranga
para marcharse a su exilio, los miembros del Congreso del Estado le
enviaron un telegrama para despedirlo.
El 2 de Junio, Emilio
Pimentel, el gobernador porfirista, renuncio definitivamente a la gubernatura de Oaxaca, y su lugar lo
ocupó el General Félix Díaz. Un porfirista sustituía a otro porfirista, pero el
sustituto no duro mucho tiempo en el puesto por el repudio popular y porque
tenía otros planes.
El Congreso del estado
nombro al licenciado Fidencio Hernández, un cacique porfirista de la región de
la Sierra de Juárez, para que ocupara el puesto de vacante de gobernador, pero
renuncio 4 días después por el repudio popular.
El 8 de Junio el Congreso
del estado finalmente nombro como gobernador a un miembro de la causa maderista:
Heliodoro Díaz Quintas, con estas medidas se calmaron los ánimos y los
políticos maderistas del centro del estado aprovecharon para seguir
afianzándose en el poder estatal.
La conducta de los
maderistas en armas no era la misma de los políticos del mismo bando.
El 6 de Junio el comandante
de la 8° zona militar, General Adolfo Iberri, comunicaba al secretario de
guerra y marina que fuerzas maderistas avanzaban para la plaza donde se
encontraba y no estaba notificado oficialmente.
Algo estaba marchando mal
para que el gobernador interno del estado pidiera apoyo de los militares del
régimen que supuestamente habían
derrocado, pero no era extraño si se toma en cuenta que las
negociaciones para llegar a un arreglo no las hicieron los que participaron en
la guerra , sino políticos que lo que buscaban era arribar el poder.
La respuesta de la
Secretaria de guerra dio a conocer mediante de sus fuerzas en Oaxaca apelo a
esos acuerdos.
El general Adolfo Iberri
envió a un militar a las Sedas, Nochixtlán, a conferenciar con las fuerzas
maderistas comandadas por el general Gabriel Solís y hacerles saber del acuerdo del Consejo de Ministros, para
que no avanzaran más allá de las plazas que ocupaban al firmarse los acuerdos
de paz.
El general y sus compañeros de armas lo
recibieron y prestaron atención al mensaje pero no se comprometieron a nada, dijeron
que se habían visto obligados a avanzar ya que en los pueblos que pasaron
carecían de alimentos y así no podían tener seguridad, una razón absurda,
tratándose de militares que habían tomado varias plazas.
Ellos dijeron que seguirán
avanzando o se detendrán por órdenes de su jefe el General Ángel Barrios que
era el comandante del Ejército Liberador.
Al estar la situación así,
el secretario de guerra y marina se lo comunicó al gobernador interino de
Oaxaca solicitándole que mediara con los maderistas el acuerdo del Consejo de
Ministros, el gobernador intervino pero recibió la misma respuesta, entonces
pidieron la intervención del presidente de la Republica, este intervino y los
revolucionarios ya no se atrevieron a
desobedecer, porque sería tanto como declararse en franca rebeldía
contra quien hasta ese momento era el “Jefe Máximo” de la revolución.
El 27 de Junio Heliodoro Díaz
Quintas, gobernador interino, se comunicó con el general maderista Francisco J.
Ruiz, informándole que: el 30 de junio sean licenciadas las fuerzas creadas con
motivo de la revolución del año próximo pasado.
En la orden de disolución
había una maniobra para dividir a la tropa, ya que se desconocía el verdadero
jefe de los revolucionarios de esas tropas, no fue una orden de fácil
ejecución.
El aparato estatal que
buscaban destruir seguía intacto y solo se había realizado un cambio de
funcionarios.
En lugar de acatar las órdenes
el general Gabriel Solís comunicó al
general Ángel Barrios quien ordeno a su gente que siguieran armados
hasta que vieran los cambios por lo que habían luchado.
Con el fin de convencerlos
de obedecer la orden presidencial el 7 de julio se reunieron el Cuicatlan los integrantes
del cuartel General maderistas con
miembros del gobierno federal y estatal. Por el lado de los revolucionarios
oaxaqueños participaron el ingeniero Ángel Barrios, Faustino G. Olivera, Manuel
Oseguera, Manuel Poncet y Baldomero L. de Guevara, mientras que por el gobierno
lo hicieron Juan B. García, José Serrano y Mariano Urdanivia.
El ingeniero Ángel Barrios,
en su calidad de comandante generan del Ejercito Liberador del Sur, se encargó
de poner las cosas en claro ante los enviados de los gobiernos federal y
estatal.
Faustino G. Olivera secundo
al ingeniero Ángel Barrios, informando a los enviados gubernamentales que no licenciará
ni un solo hombre por tenerlo así conviviendo y lo mismo manifestaron Manuel
Oseguera, Baldomero y Manuel Poncet. Frente a estas posturas, a los enviados gubernamentales
no les quedo más camino que regresar a
informar a sus jefes la determinación de los revolucionarios.
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